Excursión
a Arévalo. 14 de julio de 2013
En las
parroquias de Talamanca y Valdepiélagos, hacer una salida para visitar la exposición
de Las Edades del Hombre se ha convertido en un clásico.
Si el año pasado visitamos el Monasterio de San Salvador de Oña para ver Monacatus, este año el destino fue Arévalo. Esta población abulense
de más de 8.000 habitantes, elegida para presentar la exposición de Credo, posee un rico patrimonio cultural que manifiesta en su
arquitectura castellana y mudéjar. Sus palacios, casonas solariegas y el mismo
castillo de Arévalo lo acreditan.
Como ya es habitual, comenzamos
la andadura muy temprano. Teníamos cita con los guías de la exposición a las
10:00. Iniciamos la visita a pie cerca de la Plaza del Salvador, que recibe su nombre de la iglesia
románico-mudéjar del S. XIII del mismo nombre.
En lo que es hoy la Plaza del
Salvador, y fuera de la muralla, estaba ubicado el barrio judío, y a la espalda
del templo, la morería. En Arévalo convivieron las tres culturas: cristiana,
judía y musulmana.
En esta plaza también admiramos
la fachada renacentista del Palacio de
los Cárdenas y la fachada del convento de las MM Montalvas del S. XVIII, que hoy es una oficina bancaria.
Llegamos a la Plaza del Arrabal o
del mercado, donde se encuentra la Iglesia de Santo Domingo de Silos, por hoy única iglesia donde se celebran
oficios religiosos, y que es la única parroquia de la villa.
Guarda la iglesia los
restos mortales de San Victorino,
patrono de la localidad y la imagen de la Virgen
de las Angustias, también patrona.
En la Plaza del Arrabal, se encuentra la puerta sur de la muralla, el Arco de Alcocer, que da paso a la plaza
del Real, donde hasta bien entrado el S. XX se encontraba el palacio donde se
educó Isabel la Católica, y que hoy es un edificio moderno junto a la Iglesia de San Juan. En la misma plaza, la Casa
de Sexmos, y el ayuntamiento, antiguo palacio del mayorazgo de la familia Rey Ungría, una de las fachadas renacentistas mas bellas
de Arévalo.
Caminamos por la calle de Santa María, donde vivían parte de los
cinco linajes de Arévalo, que aún conserva sus palacios, algunos no demasiado
bien tratados por el tiempo. Tras dejar atrás el palacio Sedeño, se divisa la
torre de la Iglesia de Santa María la
Real, en la plaza de la Villa.
La plaza de la Villa, con su
empedrado mudéjar, guarda dos de la joyas de la arquitectura del bajo medievo: Santa María y, en el otro extremo, San Martín, que fue mezquita hasta la
reconquista de esas tierras por Alfonso VI en 1085.
La
exposición de las Edades comienza en la iglesia de Santa María, con la alegoría de la fe de Mariano Benlliure, algunos fragmentos del credo epigráfico del
S. VII y otros.
La Iglesia de San Martín, guarda el segundo capítulo de la muestra,
Creo en Dios. Llama la atención la
espléndida pila bautismal de la catedral de Segovia, con el bautismo de Cristo,
y sorprenden los objetos expuestos de otras religiones.
El tercer capítulo de la
exposición ocupa la Iglesia del Salvador,
cuyo título es: Creo en Jesucristo, y
Creo en el Espíritu Santo.
Admirable el Cristo Yacente de Gregorio Hernández, en madera policromada, de la
Catedral de Segovia.
Como nos
habíamos separado en tres grupos para ver la exposición, nos unimos en el
castillo de Arévalo, al norte de la villa, donde se juntan los ríos que
recorren la localidad: Adaja y
Arevalillo.
Visitamos el castillo mudéjar,
recientemente restaurado, cuyo patio se utilizó como cementerio en tiempos
pretéritos.
A las dos de la tarde teníamos
prevista la comida en el Asador Casa Felipe, en la Plaza del Arrabal y junto a
la muralla. Allí volvimos a reunirnos para degustar los platos típicos de la
villa. Ni qué decir de lo bien que comimos.
Terminada la sobremesa salimos
para Coca, villa segoviana que se encuentra a 28 Km de Arévalo.
En la antigua Cauca romana,
visitamos la Iglesia de Santa María,
templo del S. XVI que es panteón de la familia del arzobispo de Sevilla, Alonso
de Fonseca y Ulloa. Visitamos el castillo de los Fonseca, Monumento Nacional,
al igual que su iglesia.
La última visita fue en Santa María la Real de Nieva, Segovia. Don Vicente, guía del monasterio del
mismo nombre, nos esperaba a las 18:30.
El monasterio, de finales del
siglo XIV y principios del XV, fue fundado por los reyes castellanos, Enrique
III y su esposa Catalina de Lancaster, abuelos de la Reina Isabel la Católica,
y estuvo regentado por la orden dominica hasta la Desamortización de Mendizabal,
año 1.835.
Guarda el monasterio la imagen de la Virgen de Soterraña, aparecida al pastor Pedro Amador, S. XIV.
El claustro gótico nos fue
explicado con todo detalle, para satisfacción del grupo. Posee ricos capiteles
historiados, donde aparecen los tres estamentos medievales: clero, nobleza y
pueblo. Tanto la fachada norte de la iglesia como el claustro están declarados
Monumento Nacional.
Tras un
refrigerio en la plaza del pueblo, nos disponíamos a volver a casa.
Un día intenso, pero lleno de
cultura, religiosidad y convivencia entre dos pueblos que han decidido viajar
juntos y así poder disfrutar de la hermandad que les caracteriza.
Solo me queda agradecer al
Padre Pablo Majewski, nuestro sacerdote, su inestimable compañía, y al resto
del pasaje, su cariño y confianza.
Fotografía: Pablo Majewski
Texto: Mª Asunción Lobo de la
Morena
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