DIARIO DE UN VIAJE AL PRINCIPADO DE ASTURIAS
PARROQUIAS DE TALAMANCA Y VALDEPIÉLAGOS
2013
Finalizado un viaje, mi costumbre es hacer una
crónica del mismo. Pasan tantas cosas, grandes y pequeñas, que debemos dejar un
testimonio fiel para cuando la memoria nos falle. Tengo que decir que me ha
costado bastante trabajo iniciarla. Es como si me hubiera vaciado con tanto
encanto, ya que un viaje de peregrinación, y a la vez cultural, es mucho.
Muy de madrugada salimos un 18 de Abril del año 2013, dos parroquias
hermanas, junto con nuestro párroco, el Padre Pablo. En total 31 peregrinos o
31 turistas, es cuestión de actitudes.
Tomamos la dirección de Burgos, y antes de llegar a Aranda de Duero, tenemos nuestra primera parada hidráulica, que es
como se llaman ahora las paradas técnicas.
A las diez de la mañana había quedado con Carolina, la guía guarda de la
Basílica de San Juan de Baños, en
Baños de Cerrato. No obstante llegamos a
las 9:30 de una mañana soleada pero fresca.
Visitamos la fuente visigótica de aguas medicinales, que se encuentra a
cincuenta metros de la iglesia. Dos arcos de herradura visigóticos dan paso al
aljibe, desde donde fluye el agua que alimenta tres caños de un caudal
considerable. Se dice que Recesvinto, rey de los visigodos, curó una afección
renal, y mandó construir una iglesia dedicada a San Juan Bautista en agradecimiento,
en el año de 661del Señor.
La iglesia, con muros de sillería caliza, presenta
tres naves separadas por columnas de fuste liso y de marmol, reutilizadas de
algún edificio romano, y bellísimos capiteles compuestos.
La puerta de entrada, con un bello arco de
herradura que da paso al atrio, está decorado con las mismas filigranas que
tiene la corona votiva de Recesvinto, de la cual la iglesia guarda una copia.
La siguiente parada sería Frómista, para visitar la iglesia del
antiguo monasterio de San Martín de Tours
mandada construir por Doña Sancha la Mayor. Con más de 320 canecillos, y 99
capiteles. Se puede admirar la magnífica
reconstrucción que se hace a finales del S. XIX, pero no todos los estudiosos
opinan lo mismo.
Situada en el Camino de Santiago, es el prototipo de
románico europeo. Fue construida en la segunda mitad del S. XI, y está muy
relacionada con la Catedral de Jaca y con San Isidoro de León.
A las doce en punto nos estaba esperando D. Jesús, Párroco de Santa María la Blanca en Villalcázar de
Sirga, Palencia.
Santa María es una iglesia a caballo entre el románico y el gótico, lugar
de peregrinación desde su fundación, y guarda en su interior la imagen de la Virgen Blanca a quien Alfonso X el Sabio
cantó más de cien Cantigas a sus milagros.
La iglesia, que por sus dimensiones parece una catedral, perteneció a
una Encomienda Templaria, de ahí su carácter defensivo, hasta el extremo que en
su lado norte, aprovechando un contrafuerte, hay instalada una garita.
En su interior guarda objetos de sumo valor, como un retablo pintado,
donde la mayoría de las tablas son autoría de Pedro Berruguete, un sarcófago
del Infante D. Felipe y su esposa Doña Leonor Ruiz de Castro, de la familia
Pimentel, policromado y de gran valor escultórico, situado en la Capilla de
Santiago, S. XIV, un ventanal en lo alto de la nave norte, con tres arquivoltas
que apoyan sobre columnas y una talla policromada de la Virgen Blanca que es la titular de la Parroquia.
Nos hubiera gustado seguir escuchando a D. Jesús, pero a las 13:00 h,
nos esperaban en Carrión de los Condes,
en el Asador El Doblón, para degustar nuestro primer almuerzo.
Tras la comida, visitamos la portada de la iglesia de Santiago, una de las portadas más importantes en
escultura del románico palentino, y tal vez para algunos estudiosos, de Europa.
Queríamos llegar pronto a Oviedo, pero aún nos quedaba un alto en el
camino. Santa Cristina de Lena, en el
Valle que riega el río Lena, y en lo alto de una loma, se encuentra la iglesia
prerrománica asturiana y ramirense del siglo IX, a la que llegamos, previo paseo
de 400 metros. El verde todo lo inundaba y sobre el monte, erguida y solitaria,
se dejaba admirar.
Llegamos a Oviedo sobre las 18:00, al Hotel Carreño, en la Calle Gamonal y junto a la Estación del Norte.
Un hotel bien situado, y ante todo confortable.
Dejamos las maletas, y a pie nos dirigimos al Monasterio de las Madres Benedictinas de San Pelayo, en la Calle San
Vicente,
esquina a Jovellanos, junto a la
Plaza del Padre Feijó.
El Monasterio de San Pelayo,
lleva allí desde el S. VIII, y siempre ocupado por las pelayas, como se les
conoce en Oviedo. Las madres de San Pelayo celebran una eucaristía muy emotiva,
y el Padre Pablo, nuestro sacerdote y compañero de viaje, concelebró junto al
capellán titular.
Cena en la Calle Gascona, donde
hay numerosas sidrerías. De vuelta al hotel, no sin antes dar un largo paseo.
Satisfacción plena por haberse cumplido con
creces las expectativas, a pesar de que el cansancio no estaba ausente.
Texto: Asunción Lobo
Fotografía: Pawel Majewski
Texto: Asunción Lobo
Fotografía: Pawel Majewski
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